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Crónica: Paracaidistas aterrizan en Montelimar

Faustino Salcedo | Mar 5, 2012

Varios paracaidistas aterrizan en la pista del resort en playa Montelimar. | Fotógrafo: Faustino Salcedo

Relato sobre la segunda fecha de “Skydiving” en una de las playas del Pacífico de Nicaragua.

Cuando usted inclina su cabeza para ver el cielo, por lo general siempre se imagina que va a observar algún ave, aviones o hélicopteros; y si tiene suerte puede deleitarse con los espectáculos ofrecidos por las nubes; pero jamás se le va a ocurrir ver a varios paracaidistas realizar piruetas en el aire, mientras caen a más de 121 millas por hora (195 Km/h). Seguramente usted piensa que le estoy hablando de una película, de algún sueño o probablemente de algo que muchos quieren que suceda en el país.

No es nada irreal, es el segundo día de paracaidismo realizado por el Grupo “Tsunami”, quienes tienen como sede el hotel Barceló Playa Montelimar. El día 2 de Marzo arribaron a Nicaragua y comenzaron la gira aérea en San Carlos, Río San Juan. El 3 de Marzo fue la presentación y bienvenida del grupo en una pequeña conferencia ofrecida por Mario Salinas, presidente del Instituto Nicaragüense de Turismo (INTUR), Rich Grim, líder del grupo “Tsunami”, y Julio Videa, director de mercadeo del INTUR. Este segundo día es el que les narro en esta crónica.

Según Salinas, la idea de traer un grupo de paracaidistas deportivos nació en el año 2010, cuando entró en contacto con Rich Grim. Luego, en el 2011, se lanzaron en la ciudad de San Carlos durante el carnaval acuático. En ese momento, la belleza del Río San Juan se apoderó de los visitantes, como el oasis que enamora en el desierto a los viajeros sedientos. Ahora, las que se preparaban para ser asaltadas por turististas extremos, son las playas del Pacífico de Nicaragua. Los árboles abrazados que forman una especie de cueva verde a la entrada del camino que lleva a Montelimar, parecían susurrar ente sí y seguramente advertían a los viajeros que lo que verían allí sería algo fuera de lo común.

El primer salto se ralizó a las 11:00 de la mañana, el objetivo era caer en la arena. Los periodistas aguardaban, el viento soplaba muy fuerte como si buscara protagonismo. La avioneta piloteada por Rob, quien también es miembro del grupo “Tsunami”, se elevó a más de 3,000 metros. El sol no dejaba seguir con la vista al objeto volador, y en un abrir y cerrar de ojos el cielo estaba repleto de figuras, y por momentos se podía ver una cara feliz formada por tres paracaidistas.

Fue un salto de práctica. Uno de los paracadistas tuvo un aterrizaje forzoso: cayó sobre la arena dando tres vueltas; desde que iba en el aire, por los movimientos que estaba realizando ya avisaba que sería una dura caída, de aquellas que buscan los lentes de las cámaras y que los drámaticos utilizan para exagerar las historias. Para su suerte, el saltista no sufrió mayores daños. Jennifer, compañera del accidentado y también paracaidista, dijo que era normal porque el viento estaba indomable.

Con tanta adrenalina, la presencia de las candidatas a Miss Nicaragua estaba pasando a segundo plano. Algunas dormían en la arena, otras caminaban, pero siempre estaban acompañas por dos sujetos encargados de la seguridad. Cada vez que un fotógrafo enfocaba su camára cerca de donde estaban las candidatas, ellas posaban para atraer su atención. Si querías una fotografia de alguna, tenías que fotografiarlas a todas. Los paracaidistas hacían filas para poder posar con las elegantes señoritas.

Luego del primer salto nos trasladaron al restaurante. Un banquete siempre es bienvenido antes de presenciar un acto masivo de paracaidistas. La hora de la comida se extendió. Los paracaidistas prefieren comer poco antes de cada salto, porque sino, en el aire pueden suceder cosas inesperadas y poco agradables.

La función final fue en la pista aérea de Montelimar, donde la avioneta realizó 18 viajes, cada uno con 20 paracadistas abordo, quienes tenían que caer en una señal de color naranja ubicada a los costados de la pista. Mientras tanto, para evitar cualquier accidentente, la policía nacional espantaba a los curiosos imprudentes, también se contó con la presencia de la Cruz Roja y la Dirección General de Bomberos. Uno de los paracaidistas cayó en medio de árboles y se lesionó las rodillas, en el momento justo en que el teniente coronel de la Fuerza Aérea, Edgar Narvaez, decía que era muy difícil accidentarse en este deporte.

La tarde estaba llegando a su fin. El viaje que prometía ser entretenido, logró cumplir con las expectativas. Los hombres y mujeres paracaidistas se sentían maravillados con la belleza de Nicaragua y apenas fue el segundo de 10 días. Según Julio Videa, ésta es la puerta para que dentro de seis meses el paracaidismo sea un deporte institucionalizado en el país. Los viajeros llenos de adrenalina siguen asaltando esta tierra de lagos y volcanes, que ahora sólo espera nuevos eventos como éste.

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