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Artículo especial: "Estás en Solentiname"

ViaNica.com | Jan 7, 2010

Afiche elaborado para la inauguración. //Arte y diseño de Jesús Fernández Jurado.
Francisco Ruiz Udiel

Algunas piezas fueron encontradas en sepulturas desenterradas en el archipiélago de Solentiname. Ahora dichas piezas forman parte de la colección del Museo Arqueológico “Ernesto Cardenal”, inaugurado el 5 de diciembre 2009, en la isla Mancarrón, del archipiélago. También una Biblioteca que lleva el nombre del poeta abrió sus puertas para develar el universo literario a través de 2,153 títulos.

Tras diez horas navegando durante la noche en el barco “Gustavo Orozco” de la Empresa Portuaria Nacional, aparece una estela de gaviotas que dan la bienvenida a San Carlos; posteriormente una panga conduce a los pasajeros hacia Solentiname, en un recorrido de 45 minutos. La piel del agua permanece calma, un celaje muestra su escritura antigua; sobre estas aguas navega Ernesto Cardenal. Son aproximadamente cuarenta años desde que Cardenal fundó esta comunidad, bastión de poetas y reputados escritores como el argentino Julio Cortázar.

En sus crónicas, Cortázar recuerda ver a Ernesto y a sus amigos, cerca de 1976, “entregados a su trabajo y a su meditación”. También evoca a “la joven maestra que alfabetizaba a los niños de la isla” y “los trabajos de alfarería, los peces policromados de madera de balsa”.

Para Jesús Fernández Jurado, doctor en historia y actual Jefe del Servicio de Arqueología y Patrimonio Histórico Artístico de Huelva, España, la idea del proyecto nació en 2005, cuando él fue enviado al archipiélago por la diputación provincial de Huelva, quién financia el proyecto del Museo y la Biblioteca en una alianza con la Asociación para el Desarrollo de Solentiname (APDS), a través de una ardua labor del Instituto para la Cultura, Democracia y Medio Ambiente (INCUDEMA), de Huelva. Fernández posteriormente regresó en 2007 para seleccionar las piezas de la colección y analizar, con el arquitecto nicaragüense Juan Agudelo, los planos donde se construiría el museo.

“El reto es cambiar la colección cada año”, agrega Fernández. Para ello se está preparando un documento donde aparecerán las fichas de las piezas que pertenecen en su mayoría a la cultura de la Gran Nicoya, cuyo origen data entre 300 y 500 a.C, prolongándose hasta mediados del siglo XVI. Sin embargo, las piezas que expone el Museo “Ernesto Cardenal” pertenecen específicamente al período VI mediano, gestado entre 1000 y 1300 d.C. Las piezas arqueológicas conformadas por metates, porongas (tinajones), incensarios y vasijas, entre otros, fueron encontradas en sepulturas en 1976.

“Antes enterraban a las personas con sus pertenencias”, manifiesta Fernández. “Los objetos representan un vínculo de transición entre la vida y la muerte; un ajuar como regalo para los dioses. Por esta razón, algunos metates son de carácter religiosos y otros de uso cotidiano”.

Mientras Fernández continúa explicando más detalles del Museo y la Biblioteca, en la isla Mancarrón la naturaleza se encarga de establecer sus dominios, se muestra diáfana en su biodiversidad y poética en su forma. De pronto un pavorreal se pasea altivo con su cresta troyana, expone el pecho azul y alza sus alas para posarse en una rama y mostrar únicamente su cola hipnotizante cual chorro de luz o tocado indígena que nace acaso de la herida del árbol. Entonces, antes que el mundo contemplativo se disuelva, uno se repite innumerables veces: ¡Estás aquí! ¡Esto es real! ¡Estás en Solentiname!